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AL:VIA LATINA

neurótico. Todo parece haberse dete–

nido en su crecimiento. Para marchi–

tarse prematuramente. Ahí está el Sr.

del Aguila. Una esperanza trnnca a

pesar de su nomhre. Nunca llegó a to–

mar altura.

Y el pálido Sr. Bustamante. Especie

de cenobita del estudio. Amarillo

y

ojeroso por las largas noches de in–

sonnio sobre las· páginas intermina–

bles de los libros. y amariilo y ojero–

so aunque adentro gima algún ensue–

ño rojo. Rojo e imposible ¡Oh Ja ane–

mia del tercer año de Letras!

Apenas si son una nota discordan–

te la gordura a badial del señor Luna

o la rubicundez de

la

cutis del señor

Rossell.

El señor Bullen también es lángui–

do Tiene una mirada de virgen implo–

rante. Y él mismo es todo una implo–

ración

al infinito. A las alturas.

Cuando camina con el señor del Agui–

la no podemos menos de exclamar.

¡Oh las contrndicciones de la vida!

Y el mismo Sr. Luna, a pesar de su

vigorosa complexión es un anémico

del espíritu. Ante el cuadro de nues–

tra crisis actual siente desvanecimien–

tos de doncella. Porque el Sr. Luna es

una especie de Jeremías. No aconseja

el

camino que debemos seguir. 8inv

que llora, Ilora y llora. y su tesis lle–

va nombre de novela folletinesca tra–

gica. Se llama: En la ruta de Biz:rncio

Mejor deberá llamarse: La Ultima

lamentación de Lord ......... Luna.

Por felicidad que µa rn tanta triste–

za ha

v

una fuente infinita de consuelo.

Son tres espirituales señoritas que

arrastran con ellos

la

pesada cadena

delos estudios. Yo no me atrevo a lla–

marlas

las Tres Grncias. Porque ha.

bria quien viniese a toma rine cuentas.

Y a mi-que soy Tesorero de Alm~

La–

tina-nada hay que me fastidie más

que las cuentas.

Y sigue la caravana dolorosa del

3er. año. El señor Debarbieri.

"L'

enfaut precoce" de la clase. Un niño

grande. Un niño triste. Consumido

por el desengaño y la injusticia. El Sr.

Deb:ubieri sin embargo todavía tie.

ne colores en la cara.

Todavía no ha palidecido como el

Sr. Lastres por ejemplo. Un señor ori–

ginal. Qjos claros, indecisos. Rostro

pálido. bsbozos de patillas rubias, Yo

no sé porqué al ver al señor Lastres

"pienso en "El úitimo fauno". Así de–

bif> ser seguramente. Y así podría ser–

vir de motivo para un ~oneto lángui–

do del

Sr.

Beltroy.

Y así son todos. El señor · Mayta

pálido

.Y

triste de nacimiento. Tiene

la tristeza ele las serranías. El señor

Polar que suf: e de ar:emia en los piés.

Nunca puede llegnr a la Facultad. Y

así en escala progresiva.

Así concurren a las clases. Tranqui–

la, pausadamente, miran

cnn

ojos

asustados al Sr. Pe1·ez 1ue es una lo–

comotora descarrillada: Y al Sr. Ñli–

r6 Ques::ida que es un tra'lvía eléctri.

co con los nueve pnntos. Y se queuan

dormroos. Mansamente rlormidos.

¡El sueño delos justos!

T. G.

<le

Or.

.BOCETOS

Como un reto al porvenir, con una

audacia quizá excesiva quiero colocar

frente a los intelectuales y a los maes–

tros de hoy, a los poetas y los prosa–

dores de mañana.

No os hablaré de los viejos y c~ñudos

autores de mitad del pasado siglo, no

voy a desenterrar papelones que me

revelen la fecunda vida de esa glorio–

sa bohemia de

1850.

No. Voy a tratar