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I

pescadores

i

labriegos

i

por <lemas indefensa, en cuya rada se

apoderó de una goleta nacional que estaba al ancJa. Apénas se

supo en Melipilla el arribo de los huques peruanos, marchó en

auxilio del puerto el gobernador del departamento con los po–

cos milicianos que pudo armar. El 28 la escuadrilla, reducida

a la

Confederadon

i la

Socabaya,

pues el bergantín

Congreso

ha–

bía sido destacado sobre la co ta de Valparaiso para reunirse

con otras dos naves, dirijió a tierra dos lanchas cañoneras i un

bote.

A

tacada esta fuerza mas pronto de lo conveniente por los

defensores del puerto, pudieron escapar las dos lanchas, aunque

con pérdida de algunos muertos i heridos,

i

fué capturado el

bote, que era del jeneral Moran, con un oficial i unos pocos ma–

rineros, des pues de perder seis que murieron en el combate.

El dia mismo de su llegada la escuadrilla habia con eguido,

enviando una lancha a tierra, apoderarse del inspector de San

Antonio i dos personas mas. En cambio, una partida armada

prendió a un don Francisco Porras, salido de los buques perua–

nos, en poder del cual se halló una carta de Moran al jeneral

Búlnes, la cual tenia por objeto invitar a este jefe a una confe–

rencia en Talcahuano (22).

Despues de los hechos referidos, no se hizo otra tentativa de

desembarco, los buques se aproximaron a tierra, para hacer un

vivo fuego, que no causó ningun daño, i en seguida abandona–

ron el puerto.

Hemos visto que al zarpar

la.

escuadrilla peruana de Juan

Fernaodez para el puerto de Ta1cahuano, llevando a su bordo

diez

i

seis de los confinados en la isla, a mas de los oficiales

Williams, Piña i Salamanca, el jeneral Moran ordenó seguir sus

aguas a la ballenera

Wasldngton,

en que se habian embarcado

otros veintiocho reos de

E~tado.

Está claro que la intencion del

jefe de aquellas naves era llevar a Concepcion a todos los confi–

nados, a quienes

po~

otra parte acababa de otorgar la libertad

de disponer de sus personas. Esta circunstancia añadida al

contenido de la carta que se encontró en poder de Porras, dió

(22)

Nos es mui extraño que

El Araucano,

de cuyo número 379 tomamos

no sin alguna desconfianza, los datos apuntados, no publicara nunca el tex–

to de esta carta, ni diera mas noticia de ella.