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6

2.

Esto >

y

otros

mochs

discret ísimo s con

que T11n

$lhido

tr arar nuestrcs Poetas el ar5umrnro de

amor , lexos

de

rozar en el menor inconv<nienre , deben admicirsc : in re–

paro algllnO ;

y

er-i

este semido, no dudo le asi, ce

cod;i

1non

al Voy leau ,

para

decir

que

los

amores

rnn

ri~o

adorno del

Tearro;

pues ella es una

p3 ,ion

como

todJs

las <lemas

á

que

está sujeta nue!tr3 fr -. gil1 clad,

y

no e1r:i–

.20

n excluirl

a de

l Teatro

sino

eo aquellos ci.sos, en que

de–

.be

excluirse

e.Je

todas

p~ rtts

por

su ob1ec1d ad,

y

baxcza.

Si

debe pues

u

n

Poct:i

interna rse en

los afrcro.s

q..ie

imi–

CJ,

observando

con

puntualidad

y

acento cuidado

lo

que

en rales ,

y

cales c3sos n:ituralmen ce

hacen,

y

dicen

19~

:1gicados de una pasion como es la vr ngJnza

v.

g. la em–

Li<lia, la crueldad, el despotismo, la c01bri2guez,

ó

la adu ·

laci on, no

hay

inconveniente, anees bien cumple con rn

obli~acion,

el

Poeta que obse rvando con el mismo

rni–

da9o

los amorffsos movímienros,

se

de1 ic-nc en pinrar

(,111

amante

afligido, por cxemplo, triHe

y

desconsolado

en la

:ausencia ,

ó

muerte de

SLJ

amado, hallando natur3lmcntc

motivos de nuevo dol or

en codos aquellos

objetos,

que

en semejantes lances suelen acordn

mas viva

mm

ie

la tris–

te

memoria

que le

:ircrmen ca ,

y

fundando

en

ellos el con–

jun~o

de vellísimas li rcurntancias que hacen delttiosa

la

pinwra,

y

dulcjsima su ,expresion, sin el

men o r

peligro

,de

obsccnjdgd, como

puede

ver se en

el

~iguiente

rasgo

de

J,is .eglogas del' célebre Garcilazo :

Corríentes aguas,

pDras,

criscalin:is,

arboles

que os

c-scais m;rando en

eH:is

verde prado de fresca sombra lleno ,

aves,

que aquí sembrais

vu~H ras

que rellas