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ALMA LATINA

FlGU.RAS EXCtLSAS

Do,

FELIPE

PARDO

Y

Auá.G ~

La figura de

doll Felipe Par–

do se impone a través del

tiempo

como la de un severo caballero,

a ristocra ta

y

consen-aclor

a

quien '

las burguesías

y

exageraciones de

nuestra tierra no causaban gestos

de desdén

o repulsión, sino una

noble sonrisa.

,

La farsa de nuestras democracias

que sustituyeron a

la antigua Es–

paña caballeresca y gentilicia te

nían que prodL1cir en el án imo del

amante de las g lorias de la metró–

poli, educado en ella bajo la di–

rección del ilustre don Alberto Lis –

ta, una impresión grotesca como se

ve en su Constitución Peruana.

Enamorado de todo lo que fuera

nobleza é

hidalguía fué,

cle

los

que acompañaron lRjuventud exal–

tada y rebelde de S;:ilaverry; de los

que defendieron el pasado

y

las

ideas conservadoras;de los qu~ apo–

yaron el gobierno directoria] de ese

arrogante Viv anco, de cuya apos–

tura vivían perpetuamente enamo–

radas las limeñRs y que como cuen

tan sus biógrafos se solazaba en

las treg-uas de la guerra con la lec–

tura de los clásicos.

Pero frente a la risible comedia

que representaban los ciudadanos

de estas nuevas repúblicas y

los

hombres a lo niño Goyito deenton–

ces tenía Pardo que admirar elcon–

traste de las mujeres de Lima

y

el las ponen en su obra a

través

de

su risa irónica a lgo de optimismo

y ele hon<lnd. Se reconcilia con

ict

patria por s ns mujeres

y

deja de

fustigar co n su

latiguillo de seda

p ,1ra flirt ea r an,ablemente con una

Rr)si t a-tan espiritual

_y

tan limeña

como las Rositas de aho ra-en el

pas1°0 de A111ancaes, vacíla entre Pe

pa

y

Mercecl fs

y

acaba por dejarse

seducir por los encántosde su veci–

nita..

Fué Panio un lirneñ o en

toda la

exacta -y s i111pática acepción de la ·

pal,1 bra. Prodigioso milagro de las

mujeres de nuestra tierra. Pardo

llega a amar rsas misma s costum–

bres que tan ntrasadas h abía n de

parecerle a su ll egada al Perú y las

traslada a l Teatro que es

d

prime–

ro en cultivar con éxito en nuestra

literatura.

Porque si Pc11·do critica en sus

dos comedias de c, stumbres, los

usos socia les ele su época no puede

menos que declararse sed nci

el

o por

los hala.ges

y

por las cualidades de

esa misma sociedad a la ctrnl se ad–

hería en sil enci o. Para quienes guar–

dó sí, toda su chi speante ironÍél fue

para los políticos. Fué también

es

cierto. muy justa esta

acti–

tml de Pardo La política solo re–

compensó su sinceridad y su noble–

za de miras con la reclusión o el des–

tierro . Los hombres ele nuestra tie–

rra, los flamantes súbditos de rer –

nando

VII

que acababan de

<

bte–

ner carta de ciudadanía, solo

Ycín 11

en Pardo a un retrogrado

y

q 11;z{\s