~
RE \.ISTA QUINCENAL ILUSTRAD,\ -
(
Para, Ellas
y
para Ellos)
A~o I
Lnu,
-±
DE FEBRERO DE
1916
:No.
l~-
············::.r....
.
La Madre Echeverría
Ca be preguntarse frente
á
la desaparic ió n ele la .i\lacl re :María Cáncl irl
é1
Eche·verría por qué llega a conmover a6ri a los espíritus qne penn,lne–
cieron lejos ele ell a y fuera de l rnclio de s u acl·ió n pro\·echusa e i11te 11 sa,
No
es sólo el prestigio que e n el recuercló de n uestra i nfanc in. adquiere su
amable
y
aristocrática figura, acar iciá nd o n os, como a ntes aca rici a r a
a
nue st ras madres cuando áú n n o n os eran im penetrables -
porqt1e éía –
mos inocen t es y éramos bu euos -
lo s cL-iustros sa npeclranos.
No
es tamp oco el prest igi o que frente a nuestra adolescencia h ech a –
el e luz
y
ele id ea lismo , ti e nen todas las vidns que se co nsagra ro n p lena
y
amorosamente
a
una n oble lu cha oa
un
Hpostolaclo -,w n to Es algo más.
Alg ,> que \' i' Jr a en n osotros íntimamente . que se hace pal pit ac ió n en
nues tras venas a l rec ibir la dolorosa noticia.
Y
es c¡ ue nlgo de lo qu e vi–
ve
y
flore ce e n la sociedad d e
hoy,
pe rtc11 ece a la .i\lad re Eéheve rrí a.
· Hay en nuestros hogares éi°lgo que es suyo, Higo que ell a depositó
con t embl oroso cariño e n el corazó n ele sus cl iscípulé1S, porque
enl
pa r–
te ele su a lma
y
temía qne pudiera marchita r se o perderse inti.cuncla.
men te .
A
ell a debemos la piadosa y t ie rn a so li ci tud de nuestras m é\,d res,
8.
ell a la crist iana
y
noble ele,·ació n que s up o en s
eñai·les para las horas ele
inten sa e irrepa r élbie am,trgurn, a ell a
la
cl eliL'
cH.lay
pura senci ll t'z el e
1mestras h e rtuél n as
E s por eso que su mu e rt e nos co11mue ve y nos
h ;
e ~
senti r la h o nd a y
fría
sensación
de
u11 vacío. Porque s i
h
desapar ición d e una inteligenc ia
clara
y n ob le, de u n espíritu fue,te , tie 11e que la mentétrse inmensnmente ,
frent e
a
la ext in ción
de
la
llamn
<n1e
co nsumí a un gran corazón a lum–
brnncl o muchas mis e ri as
y
disi¡m nd o mu chas angusfr1s, só l o cabe la
siemprcv iY a piadosa d e las lAgr imas.
·
.
S u muerte, a la hora solem ne del atardecer, h a de habe r t en ido para
s11s compa ñe ras. de r e li g ión , p a ra sus a lumn as
y
p a 1·a los cl es ,·al ic1os,
ele
los que fu é una 111 é1<.lre, la imponente y au_gus ta tr isteza de una puesta
de
sol.
Raál fO RRA S BA RREJ\.ECHEA.