Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 89 La Realidad. De nuevo en el salón. En el último tramo de la esca· linata alfombrada -contemplémosles. por última vez-, nuestros pdncipes se despiden. (Como el símbolo de la Desilusión que preside t0dos los actos de la vida, asoma tras ellos léll cabeza nevada de la madre). Un apretón de manos -largo, eléctrico-- rubrica la banalidad de unas palabras inexactas. (Por el terso lago de los ojos azules de Ella cruzan las albas velas latinas de- los sueños juveniles rumbo al fabuloso país de los ce- dros, olorosos, en donde sigue imperando -magnífica y envuelta en penetrantes esencias de cinamomo-- la Rei- na de Saba). Inicia la orquesta la "Marcha Triunfal". Tres hurras estruendosos lanza el coro de aristócratas, disfrazados de aldeanos. ·Intenta contestar a ellos nuestro príncipe. Pero -apiadémosnos de su nostalgia- no puede. Triste, impresionadamente entristecido, desciende por la escali- nata. Se vuelve al pisar el último escalón. Envía un largo beso con los ojos. Se le humedecen. Emprende la marcha, cabizbajo, seguido de su marinos ... Nos busca. Nos busca instintivamente con la mirada. Quiere, sin duda, hablarnos. Necesita de nuestro consejo. Acompañémosle hasta el. barco, en tanto que el cor- tejo se dispersa. -Enhorabuena, príncipe. -¡Príncipe! Son ustedes unos farsantes. -Acaso. Pero siempre urdimos nuestras farsas en be· neficio de los ·demás.

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