Playas de vidas: novelas cortas

82 Rosa Arclniega los apaches de los besos podrán actuar impunemente, sin preocuparse por las batidas policíacas de la moral en uso. Pero ... atención. Ese revuelo entre nue~tro coro de cortesanos . . . ¿Acaso el príncipe que llega? No; son nuestros personajes que se anticipan para comenzar la acción. Posesionados ya de su papel, han in- vertido todas las horas del día en vestirse y maquillarse con arte deslumbrador. La Madre, con su nevada peluca, con su rostro afable y señorial, es una auténtica duquesa versallesca La Hija Menor ... ingenua, sonriente, feliz entre el alado tem- blor de su veste plateada, es la moderna estilización d: una princesa de romance. (Una neblina de polvo de oro acabó de dorar las ondulaciones de sus rizos salomónicos. En la quieta serenidad de sus .ojos se ha quintaesenciado el azul de una mañana abrileña. Dos capullos de magnolia pugnan por abrirse sobre su pecho. Cenicienta le prestó para esta noche los estuches, inverosímilmente diminu- tos de sus zapatos. Viéndola, David valetudinario descol- garía su cítara para entonar ante su belleza la melodía de un psalmo). La Hija Solterona es el Hada Madrina de su hermana. (Aplausos calurosos del fingido cortejo). • • • Pero observemos a nuestros personajes. Se encuen- tran un poco violentos. Nos buscan . . . Acaso temen que

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