Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas '19 YO. -Sepan ustedes que el príncipe, dueño de ese yate, va a venir aquí mañana. LA MADRE. -¿Cómo? ¿Que va a venir aquí? ¡Dios mio, qué locuras! LA HIJA SOLTERONA. -Aquí, mamá, aquí. LA HIJA MENOR. -(Se queda sumida en un éxtasis lírico). YO.- Sí, aquí, a este castillo. Mi compañero de excur· sión puede testificarlo. Me permití hacerle una invitación a la fiesta que celebraremos aquí mañana y él aceptó com- placido. (Extrañeza en todos los rostros). LA HIJA SOLTERONA. -¿Fiesta en este castillo? LA MADRE. -¿Fiestas nosotras? ¡Oh, pero cómo mienten ustedes! Son unos terribles embusteros. (No, no trate de explicarles nada, querido colabora- dor. Ella es la Desilusión y no habría de entendernos. Si- gamos con "nuestra verdad".) -Sí, desde luego . . . Nos permitimos esa pequeña mentira, confiados en que ustedes no nos harían quedar mal. Creíamos que les interesaría conocer a un príncipe. Y, sobre todo, a un príncipe tan arrogante como éste ... ¿La fiesta? Se organizará en un instante. Tienen ustedes siempre las cosas tan en orden ... ¿Nos pennite usted, señora, que mi compañero de excursión y yo nos erijamos en directores de escena? ¿Sí? Entonces, ustedes no se preocupen de nada. Pueden acostarse. LA MADRE. -Pero ...

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx