Playas de vidas: novelas cortas

74 Rosa Arctniega fuera un pirata? (¡Ah, qué loca fantasía! Los piratas no existen ya más que en unas novelas que nadie lee). ¡Lástima grande! Porque sería hermoso que fuese un terrible pirata, un Barbarroja de estos tiempos, peludo, tostado y con un corvo alfanje al cinto ... ¿No empieza usted a sentir los aguijones de una rara curiosidad? y si, dejándonos vencer por ella, nos permitiéramos una pequeña audacia: tomar un bote, llegar hasta al cos- tado de ese barco y trepar luego a cubierta? ¿Le parece a usted demasiado atrevimiento? Nos lo perdonarán, ya lo verá usted. El mundo es de los audaces. ¡Al viento las dudas! La lancha está aquí, a nuestro lado, invitándonos a tomarla .. ~ ¡Adelante! Y ahora, al remo. Bogamos como en un deslizamien- to de sueño inmaterial ... Hemos llegado. A la escalerilla de mano. Una acroba- cia poco peligrosa: Una aventura de película -sin opera- dores, naturalmente ... Ya en cubierta. Pero, ¡qué extraño silencio en tor- no! ¿Cómo concibe usted esta soledad? ¿Una emboscada acaso? ¡Qué cosa tan divertida resultaría la aparición de un terrible pirata barbudo al frente de unos satélites su- cios, descamisados, imponentes y con agudas dagas en la mano! ... Veamos. Demos una voz de alarma: -¡Eh! ¡Quién 'Vive! ... ¡Dueño de este barco! Nadie ... El barco está abandonado ...

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