Playas de vidas: novelas cortas

·. 72 Rosa A.rciniega sirena . y entre la espuma, bordando primores, la cola de un delfín . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . Ha hecho usted la consta~ación, querido compañero de viaje, de que la fértil semilla de nuestra lírica irreali- dad prendió ya en este reseco arenal de la realidad coti- diana? Nuestros personajes de la novela ya no se sienten solos. Rumorosas legiones de fantasmas inquietan el si- lencio de sus horas. Pero eso no basta. Ella -y especialmente la hija me- nor- reclaman una concreción; quieren algo tangible que trueque la vaporosidad de los sueños en las solidificacio- nes de una materialización. Es preciso, es urgente que usted y yo salgamos en busca de un conflicto para nues- tros personajes. Sí, de un conflicto. Pero ¿cuál podría ser? ¿Cuál? Lo pensaríamos inútilmente. Y pensando, jamás se encuentran los conflictos novelescos. Abandonémonos a las veleidades de la madrina ventura. Dejemos al azar urdir Iibérrimamente la hilaza de algún inesperado suce- so. Juguemos a la lotería de las casualidades. Entretanto, le invifo a usted a dar un paseo por la costa rumorosa del mar. La noche es de una magnificen- cia deslumbradora. Se hace cómplice con el azar para a- yudarnos en la búsqueda de nuestro conflicto. Sería un crimen estético permanecer encerrados aquí, bajo las cón- cavas bóvedas del castillo. No olvide que estos refinados brevajes sólo podremos saborearlos unos días. Seamos sibaritas del tiempo; del placer, que él nos ofrece.

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