Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 69 dio penetrante. El pulso de un reloj de pared acusa el ritmo vital del tiempo. Nuestros personajes bordan, tejen. Pero ¿se aburren? (La felicidad quizá sólo sea un producto de la Inconscien- cia). Escuchémoslos . . . Dice una: -Es preciosa esta · tela. Otra contesta: -Sí; muy bonita. Y bordadá asf .. (Pausa.' Larga pausa en la cual sólo interviene el per- sonaje acurrucado). El reloj deja caer las tres lágrimas de las tres de la tarde. -Las tres todavía ... -Apenas las tres . . . (Interviene de nuevo el silencio). -Y nuestros huéspedes, ¿dónde estarán? ¿No se ha- brán cansado ya de corretear por el ·parque? ¡Qué felices son! Ellos sí que viven distraídos ... Nos extrañan, amable colaborador. Quieren tenernos junto a ellas. Nos consideran felices. ¡Felices! Forzosa- mente tendremos que intervenir en su vida, que perfu- mar el hastío de su existencia quietamente real con el pulverizador de nuestros sueños irreales. Entremos. -Buenas tardes. -¡Oh!, ¿ustedes? En este momento les recordábamos precisamente.

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