Playas de vidas: novelas cortas

Playa do Vidas 67 ¿Qué le parecería a usted dirigirnos al castillo para pedir hospitalidad, como en los cuento_s de hadas? Yo podría ser Viviana ., . . Usted, acaso. MerUn . . . • • • En el castillo ya, como huéspedes· de honor. Sus dueñas -o guardadoras- nos han brindado hos· pitalidad en su caserón legendario. No; no haga usted el ademán de llevar la mano a su bolsillo, porque el dinero no sirve aqui. En los días de la opaca Edad Media, los juglares pa· gaban con trovas. Nosotros abonaremos de otro modo; haciéndoles persqnajes de nuestra novela de noche vera· niega. ¡Nuestros personajes! (Ya sé lo que está pensando usted. Piensa: ¡retribuir· les haciéndolos personajes! ¡Pobres de ellos! Estupenda remuneración. Lo que les espera por sufrir. Porque, en toda novela, naturalmente, siempre hay algún personaje que sufre). Sí; tiene usted razón, querido compañero de sueños. Quizá sea éste un pago demasiado ''costoso". Perh ... la vida es así. Donde quiere pagar~ involuntariamente se cobra. ¡Nuestros personajes! Observémoslos en el preludio de. la farsa que. desde ahora, empezamos a tejer en su tornQ. Son cuatro nada más. (La . economía de personajes nos permitirá una mayor condensación emocional).

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