Playas de vidas: novelas cortas

66 Ro.sa Arciniega para la novela de noche veraniega que vamos a soñar en compañía. Pero, por el momento, ¡qué muerto, qué tristemente muerto este escenario! ... No importa; usted y yo, dos poetas -nada más que dos poetas- nos veremos obli- gados a animarlo, a llenarlo de alegría y de vida, de una supervida fantásticamente irreal y estética. Ante la va- rita mágica de nuestra imaginación, al milagro de nuestro conjuro, irán surgiendo por doquier quiméricos seres de deslumbradora belleza. Junto a esas fuentes susurrantes volve:aán a ensayar sus danzas las vírgenes de Atenas. Trotes de caprinos faunos resonarán bajo el palio de las frescas arboledas. En el mar, ondinas y delfines jugarán los dulces juegos de amor al compás del canto de las si- renas como en los tiempos de la Grecia feliz . . . Y después . . . , en el corazón muerto de ese castillo.. mediévico haremos revivir el encantamiento de una le- yenda caballeresca. Romeo, enamorado, volverá a tender escalas de notas de laúd para que por ellas descienda, en- vuelta en la luz de una estrella, la romántica Julieta. Derramaremos por todos los ámbitos el perfume su- gestivo de nuestra poesía, como un espumoso vino añejo, hasta lograr aturdir a la pobre Realidad. ¡Necesita tanto nuestra triste Realidad de una borrachera poética! ..... Pero estamos ya en la aldea y es preciso ·buscar un refugio. No hay aquí hoteles. Ni siquiera fondas ...

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