Playas de vidas: novelas cortas

Rosa Arclniega hacía, indefectiblemente, al regreso, volvían tres. (¿El, ella y el otro? En todo caso, eran varios "otros". Cosa po- cc probable.) Aclaración del "misterio". Su marido había cazado a Marta en la fina red del espionaje. Torpe en la confección de apretadas mallas de amor, este hombre s~bía tejerlas, en cambio, sutiles pero fuertes, de complicidad. Cómplice suya Marta Hoppe, podía entretenerse en sus juegos trá- gicos con ella, exactamente igual que lo hace el gato con el ratón, la araña con la mosca. Sin temor a una infideli- dad suya. Ni a una protesta. Nunca la frase "absoluto due- ño de su vida y de su muerte" podría haberse grabado con más exacta propiedad sobre el pórtico rosado de una existencia de mujer. • • * Ahora, demos ·..in brusco corte a la cinta monótona del tiempo. Marta Hoppe, afortunadamente, ha quedado viuda. Es- to quiere decir que ha sonado para ella el día de su libe- ración. Pero la esencia de la libertad no puede ser medi- da si no se dispone del término comparativo contrario. Y este término comparativo lo encuentra Marta Hop- pe en la voluntaria esclavitud de su amor pasional hacia Julio Ripolte. Humana, Marta Hoppe quiere pagar ahora su tributo a la vida. Martirizada hasta entonces, Marta Hoppe quiere vestirse, durante los días claros de su tar-

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