Playas de vidas: novelas cortas

48 Rosa Arclniega ta-versión del crimen que acaba de cometer Marta Hoppe. Para eso, de puntillas y en creciente ansiedad, entra. remos a la celda aislada y sórdida que ocupa en la Comi. saría. Marta Hoppe es una mujer gentil, educada . . . y quizá nos atienda bien. Estamos junto a ella. Profundamente absorta, ni ha reparado siquiera en nuestra presencia. Mucho mejor. Aprovechándonos de esa semiinconsciencia prolongada suya, iniciaremos una exploración a través del oscuro túnel de su subconsciencia. -¿Quiere usted indicarnos, se:ñora Marta Hoppe, el nombre de una profesión cualquiera? Cuidado; va a responder. -Espía. (¡Espía! ¡Sugestivo oficio! Prometedor gérmen para desarrollar una emoción novelesca). Pero, silencio; vamos a seguir interrogando: -Se:ñora Marta Hoppe; ¿una idea obsesionante en usted? -Imposicion sexual; monstruo. (Perfectamente, aunque un poco complicado). -Una frase muy oída por usted? -Todo lo que estorba se suprime. -Gracias, se:ñora Marta Hoppe. No nos hace falta más. :f>4ed? usted proseguir abstraída en sus impenetra· bles reflexiones, mie~tra~ nosotros, diablillos de una cu· riosidad ,morbosa, ensayamos unas raras cabriolas en el trapecio de su personalidad.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx