Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 33 vencido el corazón. Todo yo soy corazón. He llegado al vértice de la espiral -en donde tú te encontrabas- y me ha fundido tu fuego -¡radiante sol de mi sistema plane~ tario!-. Pero, ¿qué queda después de esta fusión en mi crisol pasional? ¿Amor? ... ¿Deseo? ... Amor, de todos modos, porque nunca habrá de apa· gars~. ¡Nunca! Palabra hueca; palabra metafísica, inven- tada -por los hombres para expresar lo inefable. ¡Nunca! ¿Nunca? ¿Nunca -¡Laura, Ofelia, Luisa, Alicia!- habré de a- pagar en tí este amor que quiere ser ultratelúrico, quími- camente puro, sutil, angélico y no sencillamente biológicG>? Dime: ¿por qué has dejado de pronto de ser estrella, lágrima pura, para convertirte en mujer? ¿Por qué eres ahora un cuerpo palpable, capaz de ser reducido a justas proporciones, de ser medido, comparado? ¡Comparado! Nada puede haber comparable a tí. ¿Me has enloquecido inconscientemente o astutamen- - te? ¿Eres flor, o también áspid en ella? Esos aleteos de tus vestidos, esas agudas miradas, ¿son dardos que tú me diriges con exactitud meditada? ¿O no me conoces siquie- ra? ¿Me conoces? ¿Me distingues acaso de los otros? ¿Sa- bes que existo? Tú, Estrella, ¿alcanzas a saber de tu saté- lite humilde? Yo, cuando era cerebro, cuando era fuerte, no que- ría conocerte. Ahora, que soy corazón -débil corazón!- sí. Quiero saber de dónde vienes, y por qué has· venido, y '.

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