Playas de vidas: novelas cortas

Playa de. Vidas 29 reducido a cuatro noches. A las cuatro noches que tú duermes en mi mundo. La elipse del tiempo q\le precedió a esas noches se es- camoteó entre las manos de un hábil prestidigitador. Se ha ido. No existe. ¿Recuerdos de infancia? ¿Aprendizajes? ¿Encuentros fugaces ,con una ·sombra de ilusión en · un puerto, en muchos puertos? Habéis naufragado todos. A· cabo de nacer. Tengo ahora sólo cuatro días. Y tú, Laura, Ofelia, Alicia o Luisa, sin conocerme, sin saber nada de mi eterno amor hacia d. ¿Sin saberlo? Me pareció que esta mañana captabas uno de mis radiogra- mas inexactos. Me pareció que cuando mis ojos te dije- ron ..• Pero !fué tan breve el mensaje¡ Mejor es así. Ahora, en tu camarote número 45, al releerlo, al descifrarlo, te gozarás en su brevedad, IJlientras huyes de la prosa retó- rica que almacenaron los conquistadores en tu oído. ¡Qué diferencia! Una carta enorme, inter~nable, ex- plicativa. Un telegrama: dos palabras. Sin articulos, sin preposiciones, sin inútiles vocablos. El verbo sólo. "En el principio era el Verbo". Hay que exprimir el verbo. Hay que adivinar, que suponer, que afiadir, que forzar la ima- ginación. Inexactitud . . . , temblor . . . , bruma . . . , vacila- ción ... ¡Como la misma- vida! ¡Como TU! Una carta podría decirte: "Desde que te ví, desde que tuve la dicha de encontrarme contigo" ..• Un radiograma te diría: "Te amo". Laura, Ofelia, Alicia, Luisa: tus admiradores te han

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