Playas de vidas: novelas cortas

Playa de V!das 25 días -sólo dos días- me siento hombre del Oriente, sien-· do occidental? ¿Mi misión de piloto no es acaso cortar, aventajar, seguir una línea sin fin en el meno.r tiempo posible? Y, ¿por qué, también, por qué os desdeño a vosotras -¡altas estrellas de la noche!- que me indicáis el más breve camino entre dos puntos? ¿Por qué habéis perdido de pronto vu~stra condición de alhajas únicas de mi a- ristocracia interior para ser sólo simple collar de diaman- tes en, torno a la garganta de una estrella que fulgura bajo mis pies! Puedo ya decírmelo en voz baja, ahora que todos duer- men a bordo y nadie puede escucharme . . . Puedo ha- blar ya. Los homúncul.os de la subconsciencia están muy profundos para llegar hasta el cerebro, y la red de araña .del telegrafista, tosca antena para estos radiogramas su- tilísimos, tampoco puede captar esta~ ondas. Son dema- siado impalpables para dejarse atrapar por unas mallas -eléctricas. Vagarán por el espacio, sorteando mil antenas, fil:trándose por mil . intersticios mecánicos y, de retorno, intactas, volverán a mí. Yo sólo seré su emisor y su re- ·ceptor, su Alfa y su Omega. Irán y vendrán mil veces desde mi cerebro hasta el camarote de Primera, número 45, del camarote de Pri- mera número 45, a mi cerebro ... ¡Camarote de Primera, número 45! ¡Ya se fugó el secreto de mi boca! Camarote de Primera, número 45. Se- gunda banda a babor. Aquí está mi epicentro, mi sistema planetario, mi es-

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