Playas de vidas: novelas cortas

Playai ·de Vidas 281 • • • :Soportando, forzadamente despierta, las agudas mor- deduras del pánico, esperé hasta el amanecer. Ví, en esa nocihe, fantásticas sombras blancas avan- zar, agazapadas, hasta mis pies. Ví monstruos inferna- les deslizarse, reptantes, por las losetas de todos los se- pulcros. Ví cuerpos que eran sólo ojos, y ojos que eran llamas hipnóticas de irresistible rpo:der magnético. Oí bisbisear, en lenguas raras, a las hierbas, y re- zar plegar ias a los cipreses, y salmodiar exorcismo..,; a los pórticos negros de los túmulos. .En esa nod1e sola, mis· ojos y mis oidos oyeron y vieron más cosas dentro de la ciudad de la muerte que todo cuanto antes haibían visto y oíido en las urbes de la vi· da. Pero aclaró. Arneneció. Oí una tos seca. Y, para no ser vista, me escondí tras un panteón. Era ella, la Bobitos, "el fantasma blanco de la au- rora' ', que renacía de ~uev-0 a la vida, apurado ya el a· mor de su noche nupcial. Pa]mo'teaba de júbilo a la puerta de su "palacio", ante la magnificencia del orto sideral. Luego, cantu- rreando, empezó a recorrer todas las tumbas cercanas. Recogía flores, flores desmaya!damente blancas como ve- llones de luna. Flores del dolor que el dolor había de- jado sin sangre. '

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