Playas de vidas: novelas cortas

1\ 1 ,, Playa ¡de Vidas 279 y como acompasados a una melodía inaudible para los mortales, eran ,sus pasos. Irradiaban extrahumana feli- cidad sus ojos. Alta, oDgullosamente erguida, sobresalfa su cabeza. (¿A qué sOilll'bra blanca invisible iba ceñido su brazo i74uierdo, graciosamente doblado sobre su cin- tura?). Comprendí algo. . . . Y me aparté a un lado del sen- dero. Me saludó ella con una ligera inclinaición de cabe- za. Correspondí __;perfectamente seria sin esfuerzos.- al saludo. Luego, me sumé a "su cortejo". • • • Cribaba ya azahares la luna por todos los cedazos del delo, cuando ella se detuvo ante la puerta del ce- menterio. Avanzó luego haicia algo tan tétricamente ma- jestuoso que erizó las sanguijuelas del terror en mis es- paldas. Era "aquello" un panteón mudo y marmóreo. (Aun- que, bajo el claror selenítico y, en estas horas silencio- sas, muy bien padría ser poético palacio encantado, el más apto para una bella noohe nupcial). Más arriba, a derecha e i~uierda, las blancuras do- blelllente blanqueadas de otros mausoleos, de unas lo- sas y de otras cruces urdían caprichos estéticos de arqui- tecturas gnomónicas. Reprimí mi pavor. Puse frenos hidráulicos de volun-

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