Playas de vidas: novelas cortas

.,, . 278 Tampoco se le había visto comer nunca. Ni pedir limosna. Ni subir y bajar escaleras. Ni entrar en una ta- berna o café. Ni tener familiares y conocidos. Era un mundo, total y absolutamente fuera del mun- do. (Pobre -ff casi arcangélica- B<>bltbs, "fantasma blanico de la aurora"!). • • • Ley6, antes que mi curiosidad morbosa, la compasióYl en mis ojos. Me lo dijo con una entonaci6n ultrapatética y abSur- damente 16'gica: ~s la primera mirada que me ha mirado en el mundo sin mofa, después de la de él. Porque eres un es- píritu pueril, tú puedes comprender el secreto de ml e- terna felicidad. Voy a desposarme ahora con mi prome- tido, que me espera entre mústcas, flores y humo de in- cienso. Cuando vuelva, celebrada ya la ceremonia, sfgué- me y sigue a mi cortejo. 're invito a presenciar mi :mag- nffica noche nupcial No me ref, no. La sombra de los misterios inquie- tantes se desplomó sobre mi frente. La e.speré en un extremo de la ciudad hasta la ho- ra del crepúsculo. Vuelta de espaldas al rojo sol murien- te, se me apareció a lo lejos nimbada por un fgneo res- plandor, igual a una fantasmagoría policroma. Lent09,

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