Playas de vidas: novelas cortas

268 Rosa Arclniega (Laura nada responde, nada entiende. La muerte se. ría ahora su supremo refugio). ~¡Haibla! Querías ensayar con él tu arte de seduc- ción. Tienes envidia de mi felicidad. Habla, infame; te encerraré; te sacaré los ojos para que no puedas verlo más, para que. . . . (De las pestañas de Laura, pende el temblor de u- na lágrima). El dolor amustia las flor~s del jardín. • • • Martes. Tercera noche del tercer día. Desde el alto castillo de su locura místico-sexual, Victoria atisba la llegada de su "Ignacio". (Tiritan de impaciencia sus huesos). A lomos del ·corcel de un juvenil amor, Jorge apare- ce entre el ramaje de la calle solitaria. Pasea.... En la haJbitación donde . permanece recluída, Laura despierta a la realidad de un razonamiento. Vuelta en sí de, la inconsciencia absoluta de un día entero, compren- de que es necesario decidir. Dos caminos se abren ante ella: ¿Huir con Jorge? ¿Permanecer con su hermana? El primero se le aparece hermoso, atrayente. ¡Huir~ ¡Fugarse a trav:és del mundo! ¡Ser alondra, gorrioncillo de todos los horizontes!

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