Playas de vidas: novelas cortas

Pláya de Vidas 267 ___..vendrás conmigo. El mundo tiene sitio para los dos. Va.... De improviso, el ruido de una puerta al cerrarse, yu- gula el comienzo de la frase. Suena un agudo alarido. Rugiendo de indignación, Victoria atraviesa el jardín. Jorge se retira de la verja. Laura cierra los ojos. El terror se ha congelado en el aire. Magnífica Furia del celo sublimado, Victoria apuñala con sus brazos des- nudos los claros del enrejado: -¡Ignacio! ¡Ignacio! Soy yo. ¡Yo, tu Victoria! Te me querían robar otra vez. . . ¡Otra vez! ¡No! ¡Ven! Jorge, prudencialemte apartado, espera el final de esta escena. L~ura, bella estatua inmovilizada, nada ve, nada oye, na~a siente. Vencida por la sorpresa, inclina la cabeza, aguarda el golpe final. Espera. . . . Luego, se siente impelida por una mano poderosa; arrastrada a lo largo del césped, de la breve escalinata, del estrecho pasillo. Se siente arrojada, finalmente, S':>· bre un diván. -iAhH No abre los ojos, no rectifica la postura en que ha catdo, no se cuida siquiera de cubrir la morbidez inci- tante de una pierna que ha quedado completamente al desnudo. De improviso, vuelve a sentirse zarandeada, aupa- da en el aire, agitada como un muñeco de trapo. -i;Flabla! ¡Habla o te mato! ¿Creías que venía por tí? ¡Tu también quieres robá:mielo! ¡Habla!

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