Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 23 mirle la dirección que deseo, ahora que todos duermen menos yo. Ahora que, sólo yo, rijo sus destinos. Porque es cierto que abajo, más profundos aún que la. lfnea de flotación, se mueven unos hombres semidesnu- dos, sudorosos, activos. '.Pero esos son la subconsciencia del barco, los que van de un lado a otro sin saber por qué. Bullen . . . , bullen oomo las pasiones, incesantemente, ante las calderas donde resopla el vapor, pe'r'o nada saben de la dirección externa. Un timbrazo mío, y el transatlántico trepidará a toda máquina. Otro timbrazo, y la hélice girará hacia atrás.. La hélice me obedece a travé$ de estos homúnculos, cº"' mo el timón a través de .unos engranajes. Otro hombre que también está alerta conmigo: el ra- diotelegrafista; el oído del barco. Pero ése tampoco entien- de de rectas, de sinuosidades. Sólo de sonidos, de signos cabalísticos que, hechos palabras ....,,,.ideas-, · distribuye luego por las correspondientes redes nerviosas de este mundo flotante. Oído. Algunas veces también, lengua; pero .nunca ce- rebro. El es otro engraneje de esta máquina perfecta. Abre la antena; asoma sus tentáculos por encima de la chime- nea . . . Araña voraz, atisba desde su escondite la menor oscilación de la delicada tela. Cruzan en torno las raudas moscas de las vibraciones eléctricas -incesante agitación de ondas sobre la superficie del gran lag~. La araña a- cecha .•. De pronto, una sacudida, un estremecimiento. Una on- da se ha enredado en la antena, una mosca vibrátil se ha

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