Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 259 una fábrica activa de quimeras. (El órgano, que abre en este momento sus trompas melódicas desde el recinto del coro, es el cómplice poético de esta primera fuga a- morosa. Le ayuda el místico perfume del incienso. Quizá si, también, el tenue bisbiseo de los rezos). Ha terminado la misa, y Laura y Victoria regresan a su casa. Al bajar del atrio, los ojos ingenuos del joven admirador devuelven, ansiosos, el anzuelo de una súpli· ca. Luego, en la caile, fosforeciendo en iniciales fuegos de a.mor, siguen quemando de cerca la nUJCa de Laura. Desasosiego de ésta al cerrar la verja. El desconoci- do se ha quedado estático ante ella. Traspasada de emo- ción, Laura asciende la escalinata. Vuelve el rostro an- tes de doblar la puerta. . . . Sí; está allí. (¿Será aquello el amor? ¡AJh, qué agridulce punzada!). Ya en las habitaciones .superiores, intenta pretextos para asomarse a las ventanas. Lo consigue. Mira a la ca· . lle. . . Sí; allí continúa. (1¿Es esto el amor? ¡Ah, qué divina inquietud!). Quisiera asomarse y no asomarse; ver y no ver; ser vista y no ser vista. (¿Es esto el amor? ¡Ah, qué tor- tura en el alma!). "Vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero". • • •

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