Playas de vidas: novelas cortas

Playa die Vidas 255 Desesperadamente lentos van deslizándose los día.:;, los m eses, los años. . . Veintiocho... , veintinueve... , treinta. . . . Ignacio no vuelve. (La histeria aguza su puñal en la piedra del Tiempo. La Fealdad acaba de a. saltar los últimos reductos del rostro de Victoria. Brota la flor del misticismo en su esipíritu magullado). * * * Prieto botón de camelia; macizo capullo de lirio blan- co; compacto seno de magnolia, cada mañana Laura es- ponja, en cambio, un poquito más la corola de su belleza es~al.ia11te para recibir el aljófar de la Vida. ¡Dieciocho años! (Hay pájaros en las enramadas de su íntimo jardín. Los silfos de las ilusiones piruetean por entre sus sende- ros. Preludia el amor una regía sinfonía). ¡Dieciocho años! (El candor de todas las inocencias se ha posado en el iris de sus ojos. El alabastro- se ha endurecido sobre las combas de su pecho. Los juncos aprendieron el balan- ceo de su cintura. Y el secreto del ritmo se esconde ba- jo sus pies). Laura es el Himno de la Belleza. Victoria la odia. Celos luzbélicos retoñan cada ma- ñana en el tronco seco de su alma ante la trayectoria as- cendente de su hermana. (Su propia trayectoria descen- dente constituye su tragedia).

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