Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 253 anguloso y asexual. Huraña y seca, en sus ojos no se ha posado nunca la paloma de la dulzura. Laura: en el pulido alabastro de su cuerpo picotea- ron los buriles del Arte hasta lograr la plasticidad de un sueño estético. La perfección se quedó dormida en Ja morbidez de sus hombros. Titila en sus ojos la pureza del color. Huérfanas. Viven solas. Desahogada/mente, puesto que su fortuna es cuantiosa. No existen para ellas mate- riales preocupaciones. El tiempo puede muy bien resul- tar, para Laura, una cad~:meta tejida con puntos de ilu- sión; para Victoria, quizá sólo una pesada cadena de des- ilusiones. La primera la recibió a los quince años. La segun- da, unos meses más tarde. Después, fueron tantas como veces quiso aproxirparse al amor. Nadie la buscaba, na- d~e la solicitalia, ningún juglar ensayó líricas romanzas ante el castillo almenado de su fealdad. Sus amigos eran sólo amigos; sus conocidos solamen- te conocidos. (Victoria era un híspido cactus solitario en el desierto de la Indiferencia). Entonces, Victoria odió a los hombres. (Quién sabe si también a toda la humanidaJd). Profundamente resentida, se encerró en la triple for- taleza del aislamiento, del misticismo y del estudio. En estos tres potros de tortura quiso estrangular todos 10'3 vitales gérmenes de su recóndita feminidad. (Lluvias de chispas quemantes cayeron, muchas noches, sobre su

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