Playas de vidas: novelas cortas

252 Rosa Arciniega norama que se divisa en torno es sugeridor. Por la par- te de occidente, la perspectiva lejana, confusa y neblino- sa de la urbe. (De los fermentos explosivos condensados .a ·grandes presiones en ella, todavía alcanza a llegar ha"- ~- ta aquí alguna salpicadura). El verde manchón de una arboleda compacta, recor- ta su silueta en el cielo, por el norte. Limpieza de hori- zontes, anchura de panoramas, visión ilimitada y honda, en el sector Este-Sur. (Pueden intuirse unas maravmo- sas noches de luna, combinadas con la magnificencia de una aurora lujuriosa. En amaneceres así, abajo, en el t:i.- pete del j ardín, las rosas esponjarán sus faldellines pa- ra dejarse enjoyar por el rocío). Los personajes ya nos resultan conocidos. Se hacP., por tanto, innecesaria su presentación. Nos limitaremos, pues, a rebautizarlos con un nombre novelesco y a su- gerir alguna característica de su personalidad. La hermana mayor -treinta y tres años_ puede lla· marse Victoria. (Nombre quizá un poco presuntuoso a- parencialmente. En realidad, corresponde al símbolo d.e una voluntad acerada). La hermana menor _diez y ocho años- aceptarfa llamarse Laura. (Demasiado novelesco acaso. Pero esto es disculpable, toda vez que, sobre ella, va a re-caer Ja acción amorosa del relato). Sus rasgos característicos: Victoria; un poco hom- bruna, descuidada, flaca, hirsuta, francamente fea. El carmín de la juventud no tfü6 jamás de rosa su rostr'..>

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx