Playas de vidas: novelas cortas

242 Rosa Arciniega "represión" freudiana, sumergiéndolas en la oscuridad de un cajón). Luego empiezo a prepararme. Otra llamada telefónica. Inquietud. Sobresalto. ¿Será una rectificación de mi compañera? Reflexión: mejor no respondo.... Pero resuelvo: el azar no debe jamás ser violentado. -"All6". El que me llama ahora ·es un antiguo conocido, anun- ciándome iguallmente su visita. Muy bien. Seremos tres, de esta suerte. Charlaremos, haremos tertulia; nos beberemos, a sorbos lentos, el deli- cioso "cock-tail" de una tarde en imprevista vacación .... Media hora después, en el acogedor caracol sonoco de mi "estudio" abuhardillado resuena la voz de tres so- meras intimidades. Hay cierta afinidad de espíritu entre nosotros, y las verdades __.nuestras últimas verdades- empiezan a desnudarse. 1Se habla de todo. Sin plan. Sin norma. Sin la opre- sora brida de un "orden del día" previo. Taquigrafiada, nuestra charla resultaría absurda, incoherente, "irrepre- sentable". (Las conversaciones lógicas _como quizá us- tedes hayan podido notarlo- sólo tienen lugar en los tea- tros y en algunas pésimas novelas). Dispara.tadamente, al margen de toda posible dialéc- tica, se salta de un te~a a otro, de un "escenario" a otr.J "escenario". Olvidados por completo de la hora, de las exigencias; del mundo que sigue rodando afuera.

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