Playas de vidas: novelas cortas

234 ~. sí; tome usted. Bruscamente queda roto mi sueño. Se va mi avia- dor hacia su aeródromo. . . . Mientras yo me quedo aquí. Ordenando triples opera- ciones a mi máquina calculadora. Pero ya no abro mi libro de apuntes morbosos. No me Interesa la patología psíquica. Me basta con una mirada. Esa mirada azul que ahora se pierde en el último esca- lón del andén. . . . * * • Horas de la madruga1da. Las siete menos cinco. Danzan mis manos, azoradas, sobre el teclado. Menos tres minutos. Se estreciha el círculo que oprime férreamente mi pecho. Menos ' dos mi:.1utos. Se paraliza el tiempo. Menos un minuto. . . . ¡Afluye t<>da mi vida a los ojos! Presiento su luz en torno de estas sombras. ¿Se acer- ca? No. Son los primeros náufragos del día. Los madru- gadores del vicio. . Las siete y un minuto.... Y diez minutos.. . Y cua- renta minutos..... ¡Se ha hundido mi ciudad subterránea! ¡Ha vue1to a regir el tiempo! ¡Se ha fugado la luz de mis pUJpilas !

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx