Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas miento, para asaetearle con los dardos vehementes de mis miradas, para !(:enderle mis lazos de atraicción, para sabo- rear este precioso instante que me confiere categoría de: heroína, para prender mis deseos de liberación en las dos dil1llinutas alas del emblema que ondea sobre su pecho.... ¡Mframe! ¡Detente un momento! ¡Compréndettne! Porque tú _¡dominador de los aires!- no conoces esta vida de eterna víscera, de pe:ripetua entraña de la ciu· dad. No conoces el hervor de la sangre caliente que cir- cula, infatigable, por sus arterias profundas. No sabes de los despojos arrojados hasta aquí por las violentas resa- cas de la epidermis urbana. Aquí, donde todos quedan ra- sados, todos iguales en esta clase única, sin aristocracias. Aquí, donde sin la falsa hipocresía de arriba, todos desnu- dos se lanzan al asalto de las puertas automáticas. ¡Transeunte que vas de paso hacia el <Cielo turque- sa de la mañana: tú no sabes con qué devoto ardor se afe. rran los garfios de mis dedos a · esas dos alas de libertad abiertas sobre tu pecho! Porque en ellas podrías llevarme, si quisieras, hast'.l esa otra dimensión de lo puro etéreo, para mí desconoci- da. Porque en ellas podrías sacarme d.e este círculo mal- d~to de las tinieblas perennes. Porque, sentada en la cabi-· na, junto a tí, sobre todas las miserias, más alta aún que las agudas torres y los ingentes rascacielos, podría ver, quizá, rasgada la espesa noohe de tanto día pasado en es- tas mazmorras. Porque. . . . ---.Perdón; mis vueltas. . ..

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