Playas de vidas: novelas cortas

l.' Playa de Vidas 231 __;Uno de quince.... De estos, no me importa ninguno. Descienden a mi ciudad subterránea movidos por un azar, por costumbre, por negocios. Vienen en bandadas, apoyados unos en o- tros, siguiendo la corriente general. Dentro de mis nor- mas de catalogadón, a estos los incluyo ·en .el abecedario de los· paralíticos o de los lisiados. . Son los que caminan defectuosalmernte por la urbe y por la suburbe. Transeún- tes aturdidos que no merecen cuidados. -Uno de cuarenta. . . Otro murciélago.... Voy a catalogarlo también. Pero miro mi reloj de pulsera. . . . Las siete menos cinco. No, no. Se acabó por hoy mi lección iprádica de ¡psicolo- gfa apUcada a los demás. Ahora me toca ensayarla en mí misma. Voy a pasar de mi condici6n de espectadora de transeuntes a protagonista de una íntima novela; de ta- quillera del "Metro", a heroina literaria. Sí; se acabó por hoy mi anotación, porque ya sólo faltan cinco minutos pa~ ra que desciendas tú. _¡Oh, mi hombre perfecto!_. que posees el raro idón de las tres completas d:ilmensiones: su- perficie, cielo, entraña.... Porque tú _¡arriesgado aviador!_., caminas con igual fir.me paso por las vísceras de la urbe, por su piel, por su cerebro. Sin rezagarte en ninguna, sin dejarte prender por ninguna. Te detienes en las tres, nada más que el tiempo exacto, el tiempo fijo para sostener el justo equi- librio humano. Ni derrodhas tus horas entre las nubes hu~dizas, :q.i te las juegas al bridge por sus superficiales

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx