Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 225 -¿Vendrá? ¿Vendrá? Era mi única súplica, mi úni- co rezo, mi ú1tima esperanza. Pasaron dos horas .... , tres. (Para mí tres siglos terribles). De pronto, sen ti un sor- do arrastre cerca de la hondonada. Me estremeció un nue- vo pensamiento: ¿Y si no fuera él? ¿Y si fuese un desco- nocido explorador que?.... castañeteaban mis dientes. Ya no quedaba gota alguna de sudor en mi cuer¡po. El rui- do del arrastre lento se acercaba. . . . Me hice el muer- to. . . . Esperé. . . . Esperé. . . . Sentí que una mano se afe. rraba de mi capote, que una voz acartonada susurraba nn llamamiento.... ¡Era él! Había currljplido su palabra. "Ven, me dijo, sígueme por aqui. Ahora no tirarán por. que somos muchos los que hemos saltado de las trinclhe- " ras". Diez minutos después, se detuvieron en un punto. ___.Mira; aquellas son las tuyas. Anda con cuidado por· que de ahí sí pueden tirar. Adiós. Pero De Merillac le retuvo por el brazo: >-Quisiera decirte algo, pero todo me parece inútil. Te deibo más que la vida, y no sé siquiera tu nombre ni por qué has hecho esto. Dime cómo te llamas por si algu· na vez .... -Adiós. No ies fácil que volvamos a ~ncontrarnoe en la vida 1después die es to. Pero, por si acaso, yo me Da· mo .... Hermann Soheninger. ¿Y tú? ---<M. de Merillac. · Una ametralladora lejana em,pezó a tabletear despia·

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx