Playas de vidas: novelas cortas

,),;.'.' Playa de Vidas . 219 A las siete de la noche, M. de Merillac, sigilosamente y utilizando su doble llave secreta, penetró en la nueva celda del recluso número "463". Hermann Scheninger, al verle, se puso en pie brusca- mente: -Dígame, señor Director -preguntó angustiado-: ¿Conoce usted a M. de Meri. .. M. de Merillac, pálido y con los ojos desorbitados, se llevó el dedo índice hasta los labios. -iOhissssss! -indicó.- Hable usted en voz baja. Es preciso que nadie sepa que yo estoy aquí.-Y después de una pausa alarmante-: ¡Yo soy M. de Merillac! -¿Usted? Desconcertado, Hermann Scheninger retrocedió hasta el camastro y permaneció mudo. Más tarde, dijo: -Es triste todo esto; pero créame que siento una gran alegría al encontrarme con usted cuando precisamente voy a morir. En cambio, usted debe sentir una gran ver- güenza de haberme reconocido en esta situación. Es justo que sea así. Aunque quizá pudiera demostrarle que. . . . No, no; en la vida no se puede demostrar nada ante los demás; sólo ante uno mismo. -Sin embargo, usted no era entonces un criminal. ... -Y a mí me sigue pareciendo que ahora tampoco. Pe- ro sí lo soy. Entonces hice "aquello". Ahora he hecho es- to "otro". Todo tiene una explicación; pero nada más que para nosotros. M. de Merillac temblaba. /

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