Playas de vidas: novelas cortas

, Playa de Vidas 213 cero y con un gesto de repulsiva ferocidad en las comi- suras d'e los labios. Su cuello, extraordinariamente grueso y corto, se incrustraba entre unos hombros de manifiesta desigualdad, y su pecho, abombado y erguido, dejaba in- tuír, más abajo del corte de la fotografía, un vientre vo- luminoso sobre unas piernas robustas, cortas y de ab,o- . tagada torpeza. -¿Es éste realmente aquel Hermann Scheninger1, ¿,O habré confundido yo quizá hasta el propio nombre y ni se llama siquiera así? ... M. de Merillac leyó una y otra vez la filiación, dete- njénclose morosamente ante todos aquellos datos en los que creía poder encontrar una pauta orientadora para sus atropellados pensamientos. "Inscripción en el Regis- tro: Número 463. Nombre: Scheninger Hermann. Naciona- lidad: alemán. Profes ión u oficio: mecánico electricista. Estado: soltero. Edad: 44 años" . -¡Cuarenta y cuatro años! Hace de aquello exacta- mente veintiuno. Tenía, pues, entonces veintitrés ... Yo le llevaba tres, según eso. Y es claro que en veintiún a- ños ... Pero ¿es posible que hayan pasado veintiún años? ¡Oh, Dios; si era ayer mismo! ¿Cómo habrá podido cam- biar así en este tiempo? ¿Y yo? ¿Cuánto haibré cambiado yo? ¿Me reconocería él? Media hora después salió de su despacho, pasando --:como en una visita de inspección- por el centro de las oficinas generales, donde trabajaba una multitud de em- pleados que, al verle, le saludaron atentamente, y descen- dió a las galerías del primer piso.

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