Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 209 riódicos tal "referencia concreta a sus lectores", por la sencilla razón de que M. de Merillac, limitado a mante- ner en pie su autoacusación con pruebas convincentes, jamás quiso manifestar ni ante los jueces, ni ante sus de- fensores, ni ante ~eriodista alguno, las causas que le ha- bían impulsado a poner en libertad al asesino Hermann Scheninger. M. de Merillac se convirtió en el "hombre-misterio". Y así le denominaron, en efecto, la prensa de Francia y todos aquellos que jamás lograron una aclaración de este suceso extraordinario. Nosotros vamos a dar, sin embargo, a nuestros lecto- res la auténtica versión de lo sucedido entre M. de Meri- llac y He:nmann S•cheninger, antes, y en el momento de la fuga de este último. * * * Hasta el día en que llegó a su despacho la sentencia de muerte de Hermann S:cheninger, M. de Merillac, el in- flexible director de la Cárcel Central, bajo cuya austera vigilancia se movían con axacta regularidad mil doscien- tos sesenta y cinco presos, ni siquiera había reparado en el nombre de este importante recluso que, desde dos se- manas antes, ocupaba la celda número 463. Para el severo M. de Merillac, Hermann Scheniniger, hombre acusado de un doble asesinato en circunstancias tan dramáticas que aún hacían más repugnante su cri-

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