Playas de vidas: novelas cortas

r Playa de Vidas 201 Prestamente dejo a un lado mi canastilla de costu- ra, mis tijeras, mis agujas .... Me pongo en pie. Pero me fallan las piernas, mis nervios, las articulaciones. Siento algo como un intenso mareo, como el rápido girar de to- do el mundo en torno mío. Y llevo sucesivamente las ma- nos, del marco de la puerta a la que me he aferrado pa- r& no caer, a mi pecho, para que no estalle con la pre- sión de mi angustia. Traquetea aceleradamente mi cora- zón . . .. Al fin, repuesta, · traspongo la puerta que me separa del mundo, corro al torno ... . ¡Nada! ¡Vacío! Salgo a la calle . . .. Inquiero .... -Tome, hermana ... . Es una mujer del pueblo, con el rostro semioculto entre el mantón desflecado, enlutada, famélica, llorosa. 'Cnas moradas ojeras juegan sarcásticamente con la cé- rea palidez de su rostro. ¿De qué tenebrosa comarca del sufrimiento serás huésped tú, madre de este hijo que vas a abandonar entre mis manos? ¿De qué país del dolor traen: arena tus plantas, mísero cacto de los abandonos humanos? Recibo de sus huesudos brazos un pequeño bulto in- forme, dentro del cual se siente el tenue latir de una vi- da. -¿Quiere usted hacer alguna declaración? -No, ninguna, hermana. Adiós. Cuídelo bien, por favor .... Se va con su corona de espinas clavada en las frías sienes.

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