Playas de vidas: novelas cortas

200 Rosa Arciniega lando a todos los recursos de la convicci6n .para sustituir a la hermanita Jesús en el cuidado del torno. -¿Por qué no permite, sor Jesús, relevarla esta n<>- che en sus obli~aciones? -No, sor Consolación. De ningún modo. Usted veló anoche. Hoy debe descansar. . . . Es demasiado t::acrifi- cio. -Al contrario .... Hay una peque:ñ.a lucha, un breve forcejeo; pero, al fin, salgo triunfante. Sor Jesús ha accedido. Y yo puedo quedarme sola. Sola. En medio de la soledad de esta n<>- chie, infinitamente larga. En estas horas de la noche en que, a favor de l<: oscuridad se hacen más imposiciones de ángeles, de . procedencias ignoradas, en mi cuenta co- rriente de vidas . . . . Aquí, consumiendo mi impaciencia en aJtisbar por esta ranura abier.ta al mundo; en acari- ciar, en c oser, en preparar estas menudas prendas ---ea- misas, pañales, capitas, gorros- que han de envolver los élteridos cuerpecitos que caigan en mi ventanilla. • • • Las cuatro de la mafiana. El tic-tac del reloj es el corazón de la noche. De ¡pronto, un violento repique de esquilón, que re- percute más en mi pecho que ren mis oídos; que hace a- fluír violentamente toda mi sangre a la cabeza; toda mi vida, toda mi alma, toda mi luz a mis ojos . ...

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