Playas de vidas: novelas cortas

178 Rosa Arciniega Per o silencio; ella habla: -De molo que usted tenía grandes deseos de hablar conmigo . : . -Desde siempre. -¿Desde siempre? Pero si su amigo me ha dicho que me ha conocido usted esta noche . . . -Y es la verdad. Pero yo la esperaba a usted desde siempre, desde el infinito. -Eso me lo han dicho muchas veces. Me lo dicen to- dos. -No importa. ¿Sabe usted por qué vago de un sitio 2. otro, por qué estoy viajando desde hace tanto tiempo? -Por distracción. -Por buscarla a usted. Por eso es difícil que pueda usted comprender lo que pasa por mí cuando la encuentro. ' Yo no he empezado a amar; sigo amando. Dígame usted su nombre. Sí; dígamelo porque lo necesito para llamarla fervorosamente. Lo quiero para resumir en él .todos los rezos de mis oraciones. -Gloria. Me llamo Gloria. -¡Gloria! -Le parece a usted un nombre feo? -Ese nombre está más allá de las fronteras de toda fealdad y de toda belleza; sugiere lo inefable. Gloria, siento no poder ensayar una palabra armónica y virginal para decirle esto: la amo a usted luzbélicamente. Por con· seguirla, doy mi vida. Ella ha callado. Ligeramente impresionada -véanlo

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