Playas de vidas: novelas cortas

jungla fragorosa y hasta el rumor vago del río que ser- penteaba debajo del fortín adquirían graduales resonancias que iban acrecentándose a medida que pasaban los minu- tos. El cielo, cubierto a trechos de nubes bajas y espesas, dejaba entrever ya los primeros parpadeos de algunos corrillos de estrellas. El fortín estaba totalmente a oscu- ras y, sólo de cuando en cuando, se oía alguna tos o las pisadas de los centinelas. Transcurrió una media hora infinita de silencio, de angustiosa espera . . . Y, de pronto, cercano, en la misma falda de la monta- :fía, brilló, hermoso en su fugacidad, el fuego fatuo de un disparo. Su seco trallazo repercutía aún en las colinas pró- ximas cuando, desde diversos puntos, · otras ígneas len- güecillas formaron, en torno al fortín, una corona de má- gicas luces artificiales cuya repetición a~entaba, minu- to a minuto, segundo a segundo. Sobre los sacos de arena de los parapetos pasaban las balas silbando de un modo lastimero, como espectros a- nunciadores de la muerte. "El capitán Stark se volvió hacia el teniente Harrison, invitándole con una voz ahogada por una emoción ex- traña: -¿Vamos, teniente? La voz del teniente estaba también enronquecida. -A sus órdenes siempre, capitán. Un minuto después, las cuatro ametralladoras del for- tfn ladraban amenazadoramente hacia los cuatro costados bajos de la monta:fía y, con breves intermitencias, los chas-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx