Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 129 "misterio" que tuvo lugar anoche en su casa y a la puer- ta de su casa? El teniente Harrison tamborileaba con sus dedos so- bre un abanico de papel. -Nadie más. -Está usted seguro? Por segunda vez, los ojos de ambos se enredaron, du- rante un segundo ultraveloz, en un chispazo de inteligen- cia. -Estoy, al menos, seguro.... del silencio de "cual- quier otro" que pudiera conocer ese "misterio". -Y, al pro- nunciar este "cualquier otro" su voz adquirió una extraña resonancia que el capitán Stark supo interpretar certe- ramente-. Hubo una pausa preñada. -¿Y del silencio de ella? -De ese no puedo responder. No ... depende de mí. -¡Es verdad! ¡Uf, qué calor más espantoso hace hoy. Siento verdadera asfixia de pensar que tengo que poner- me nuevamente la chaqueta. Pero es necesario. Porque...., porque, teniente Harrison, nosotros, militares, jefes del ejército inglés, tenemos la absoluta obligación de dar siem- pre buen ejemplo a nuestros soldados. ¡Siempre! ¿No lo cree usted así? -En efecto; no podemos obrar de otro modo. -Aunque en ello nos vaya la vida. -¡Aunque en ello nos vaya la vida! Otra pausa significativa. Al cabo de la cual, el capi- tán Stark se acercó a la mesa: ·

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