Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 115 -Si, se:tíorita. Ya sé que usted desearía cumplir con su obligación, pero no le será posible. Tendría que ausen- tarse. Usted, evidentemente está ya muy enferma Además ... (Si, pronto. Que caiga pronto mi sentencia). -Además ... , ya no se trata solamente de eso. Se trata de evitar . . . Wl cierto escándalo entre sus compa- fieras de trabajo. Quizás se cometieran algunas faltas de respeto que ... Contra usted, claro está, contra usted. (Me ahogo. Siento ascender hasta mi garganta un vivo fuego de muerte, mientras mis manos, frágiles escu· dos, amparan la redondez de mi vientre). -Le deramos tres meses de despido. Es lo más que puedo hacer en atención a su caso. Con ellos quizá pueda usted aITeglarse. Le facilitaré también un certificado de buena conducta -porque usted, claro está, aquí se ha por- tado bien- y, con él, acaso le sea fácil buscar un trabajo después ... Quiero hablar, ofr, ver ... Pero no veo, no oigo, no hablo. Hay una densa niebla que me envuelve y me as- fixia. ¡Y en mi espíritu, una tenebrosa noche! Estoy ex- traviada. Salgo arrastrándome. Seres humanos, hermanos mios: ¿no existe nadie entre vosotros, compasivo, que quiera alumbrarme un sendero? • • • "Y darás a luz con dolor". Pero no con éste, Seflor•.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx