Playas de vidas: novelas cortas

10.2 Rosa Arciniega -Cuatro con ochenta y cinco Unas monedas. Las últimas probablemente. Me lo re- vela la timidez con que deja su dinero en el mármol de mi ventanilla ... , la mirada angustiosa con que parece decirle adiós cuando lo retiro. ¿De qué dolorosa cadena de lentos ahorros son pos- treros eslabones estas monedas historiadas y enigmáti- ces? ¿O provienen de una dádiva, de un préstamo, del "empeño" de una reliquia familiar y única? ¡,Quién puede s&berlo, moneda anónima, moneda con olor de muchedum- bre, que desconoces tu principio y tu fin y que ahora que- mas mis manos tánto como si hubieras llegado a ellas en forma de limosna. Pudiste haber representado uno, acaso cos, tres días de comida a medio comer para este hom- bre, pero prefieres trocarte en seis etapas de ilusión, en seis noches de esperanza, de inquietante juego de azar en el juego más arriesgado de todos; en el juego de ganar la vida, en la banca de cubrir las necesidades corporales. Moneda inconsciente, moneda anónima y azarosa: que los ojos ciegos de la Fortuna quieran posarse en tí cuando la bolita caprichosa de la suerte dance su danza circular en la gran ruleta del mundo. -Tome usted sus vueltas. ..._Muchas gracias, señorita. -¿Otro? -Este anuncio para mañana, señorita. Una sola in· serción. Este, en cambio, no es un jugador de azar. Es un com- prador de presas seguras. Se acerca a la ventanilla de mi

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