Playas de vidas: novelas cortas

Playa de Vidas 97 -¿Eras muy feliz? -No sufría, al menos. Antes de llegar usted, tejía, bordaba, ~alía a pasear con mi madre, regaba las flores, rezaba, esperaba, esperaba . -Y soñabas. -Sí, también. Sueños inconcretos. Luego, vinieron us- tEdes ... Ustedes eran para mí la poesía. Me contagiaron de sus locuras visionarias. Mañana, como hoy el otro, us- tedes se irán mientras yo, amortajada en mi nostalgia, me -Calla ... Sí; te quedarás aquí, bordando tus pañue- los, paseando por el parque, cuidando las flores, pero ya no te sentirás sola. Tendrá siempre, en el tedio, tu boca una canción . . (En el aire se pierde, ondulante, la espiral de un sus- piro). -Más tarde, pasará también ese dolor. Por ese sueño, por esa bella hora, por esta desilusión han pasado los más ardientes corazones virginales de mujer ... Pero ¿crees acaso que los cuentos y leyendas de hadas carecen de realidad? Así, con tu cabecita apoyada en mi hombro escucha: "había una vez una aldea junto al mar, y en sus cercanías se alzaba un castillo. En el castillo vivía una reina con dos hijas. La menor, que era muy bella y tenía dorado el pelo como las espigas maduras y los ojos azules como el cielo, soñaba con un príncipe lejano que . . . " * • •

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx