Unidad de la materia, o, Identidad sustancial de los reinos inorgánico y orgánico

-7 sición de sus moléculas, realizan las admirables · y prodigiosas manifestaciones de la actividfüd progresiva é inteligente. El mismo elemento celular que flota en los límpidos cristales de nuestro planeta, constituyendo las masas protoplasmáticas de microscópicos organismos, es el que desarrolla á nuestra atónita mirada esílis variadas y caprichosas formas con que la pródiga Natura engalana nuestro sL10lo y ensancha nuestro horizon– te; la m1sma estructura 8.natómica descubrn allí el ojo escrutador, ayudado de un poderoso medio de ampliación é idéntica compo– sición química que en el protoplasma humano ó célula blasté– mica. En efecto, el más complicado organismo en su orígen, solo está constituido por una diminuta célula albuminosa, dotada de propiedades absorbentes y exalantes, multiplicándose por seg– mentación de su núcleo; apropiándose las susta.ncias necesa– -rias á su desarrollo y repeliendo las inútiles por una verda– dera fuerza selectiva; emitiendo prolongamientos que en las ami– bas sobre todo son muy notables y constituyen para estos peque– ños seres un modo especial de locomoción: en el reino animal pués, como en el vegetal, la célula es el elemento prnno.r<.ual, la unidad suprema, el prototipo universal de todos los orgamsmos. Todas estas cambiantes modificaciones operadas en ei seno de la fecunda Naturaleza, encnentran en su medio ambiente las con– diciones de su destl.rrollo y el reino mineral es el que se las sumi– nistra, fusionados y confundidos por las energías vitah·s, íos seres de uno y otro reino asombran y confunden la inteligencia, con la prodigiosa multitud de sus ricas y VRriadas manifestaciones. Los seres inorgánicos que parecen caracterizados por la inmo– vilidad, noo ofrecen fenómenos no menos admirables que los del orgánico; misteriosas fuerzas agítanse en el seno de la materia y los seres calificados de inertes más de una vez h 1 1millarán el ne– cio orgullo del que, proclamándose rey de la creación, desconoce hasta la esencia de ese humilde pol víllo hollado por él y que se resiste á revelarle el arcano de su existencia. ¿Por qué determinados grupos afectan invariablemente ciertas formas cristalinas? ¿qué fuerza oculta dispone ]as moléculas del azufre en octaedros y la caliza en romboedros? ¿qné misteriosa simpatía agrupa y fusiona los átomos de determinadas sustancias, al paso que otras se rechnzan con energía? ¿Por qué, cuerpos que mútuamente se repelen, combínamse inmediatamente por la sola presencia de un tercero á cuya enérgica influencia no pueden resistir? Así la fecunda Natnraleza ostenta por do qniera la actividad vital y cada eslabón de esa misteriosa cadena lleva en sí ocultos

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