La novela moderna : estudio filosófico

-7- te para apabullarlos y <lestruir~os, aparedó resplan– deciente de belleza Nuestra Señora de París, que fué la nota más alta de la escuela r0rnántica que, aportaba como complemento de lo bello-que es parte no tanto del · arte cuanto del hombre-lo grotesco y lo feo. Así también Zola produjo La Tierra , como ma– nifestación de que, lo trivial, grosero y sensual, pue– de ser parte del arte. puesto que lo es del hombre. Las dos obras son efectm, de la lucha y apasiona– miento del escritor, que lleva las exageraciones has– ta el último extremo; las dos obras han sido lanzadas en el momento de mayor- calor y exaltación. y como úl– tima. expresión de la escuela á que pertenecen; sin más diferencia entre ambas que, la distancia que exis– te entre el genio luminoso de Víctor Hugo, y el genio analítico y pesiinista de Zola; el uno supo llevar lo feo y lo grotesco hasta tocar en lo sublime; el otro pre– senta lo sensual y grosero como la única expresión de lo natural; y en vez de tocará lo sublime y real, llegó extraviad.amente á lo inverosímil ó excepcional, re– sultándole que sus tipos, si bien son verdaderos, no per– tenecen á lo natural y corriente, sino á lo singular y raro, cayendo por diversos caniinos en los mismos pecados de los románticos. Y luego Zola ha herido de muerte al arte naturalista, convirtiéndolo en sus mejores obras, en Venus impú– dica y concupiscente./ El a1nor, esa subhn1e eflorescencia del alma, es el v termómetro en el cual puede rnedirse el grado de viri– lidad, de juventud y grandeza á que llegará un in– dividuo, una sociedad, y por consiguiente una litera– tura. La ausencia de la castidad como signo de perver– !=;ión, que trae por resultado la abyección de los sexos en la época viril, es síntoma característico de las ci– vilizaciones condenadas á la muerte por inanición, -y degeneracíón de las razas, que llegan á la extinción de los gérmenes creadores. La literatura, reflejo moral del hombre, está fatal– mente ligada á esa ineludible ley social, y como de– ducción de ella, podemos decir: - Sólo la castidad engendra su prole sana y robusta; la prostitución, cuando no es del todo estéril, da hijos raquíticos, en– clenques y enfermisos. Sea en buena hora que, Anacreonte Horacio, y has-

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