La novela moderna : estudio filosófico

-6- odiosa aquella profanación, con la cual quedaban ro– tas las nobles tradiciones del arte, dejando libre acceso á_ lo feo y lo grotesco, que eran la antípoda del arte clá– sico. Los románticos á su vez, reprochaban á los partida– rios de la tradición, el desdeñar quince siglos de histo– ria. Nada vale-decían-que el cristianisn10 haya veni– do á cambiar la faz del mundo; nada que hubiese una iglesia, un papado, un nuevo imperio de Occiden– te, asociado á la Santa Sede; feudalismo, cruzadas é instintos de caballería, nada que razas nuevas pre– valezcan ahora sobre las antiguas ya agostadas, que ellas deben crear su idioma, su literatura, su arte, su ideal, que la cristiandad tuviese sus revoluciones, sus guerras de religión, sus grandes cismas y, al cabo que surgiese la Revolución..... Las reglas de los preceptistas, habían sido hasta en– tonces tan infrin~ibles y acatadas que, conceptuába– se como estupenao sacrilegio, cualquier innovación ó franquicia, que diera carta de ciudadanía, ya fuera en el lenguaje, ó en las ideas, á todo aquello que no es– tuviera ajustado á la nobleza del estilo ó á la pureza de las ideas. El romanticismo, aparecióseles pues, como un liber– tinaje del pensamiento v del estilo; como un huracán que venía á remover losmalos elementos de las so– ciedades para llevarlos al templo de Arte, sustituyen– do lo patético que es lo sublime, con lo grosero que es lo repug-nante, descrito todo con términos bajos, viles y odiosos. Y enfurecidos, ni más ni menos que los románticos de hoy, los clásicos de ayer, levantaron la más enér– gica é indignada protesta: - '' Queréis-decían-que lo feo sea un tipo digno de imitarse y lo grotesco un el~mento de arte? Tenéis mal gusto literario. El arte debe rectificar á la naturaleza, debe ennoblecerla, debe saber elegir; los antiguos no se han ocupado ja– más de lo feo ni de lo grotesco, no han confundido ja– más la comedia con la tragedia. Estudiad á Aristóte– les á Boileau y á la Harpe.-Esa es la verdad". Y á medida que la exaltación de los ánimos acrecía,. á la par tomaba mayores bríos la exageración que iba en pos de lo feo, grotes9P" y raro, para hacerlo en– trar como parte del arte íiomántico. Y como bomba lanzada sobre los enemigos, suficien- '

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