Boletín de la Biblioteca Nacional N° 91 92

cando en la lengua general del Inga y en la lengua colla y en la '11U)SÍOO • •• "G. La tercera versión, en la lengua de Moche, no llegó a terminarse o, en todo caso a imprimirse; es interesante sin embargo que la Audiencia fuera cons- ciente de la conveniencia de su impresión. Es posible que hubieran dificulo- tades insalvables para la conclusión del proyecto en lo que a lo último se refiere, y se aprecia en la Epístola del concilio sobre la traducción -incluida en la edición de la Doctrina Cristiana- que el mismo concilio proveyó que los Prelados hicieran juntas de personas doctas y religiosas en su jurisdic- ción, para que el mismo catecismo impreso en la Doctrina de 1584 se tra- dujese a otras lenguas andinas y se publicara en ellas. Posteriormente se reimprimió la Doctrina en Roma (1603) y en Sevilla (1601), dirigida la última por el jesuita Diego de Torres Bollo. En 1607, fray Luis Jerónimo de Oré la incorporó a su Ritual seu Manuale Peruanwm, impreso en Nápoles. Imprimióse nuevamente en Lima en 1637, 1641 y 1648 en los Sy- nodales de los obispos Lobo Guerrero y Arias de Ugarte, en el Dtirectorio del P. Prado y en los Sernwnes de Fernando de Avendaño. Conviene señalar que la preocupación por la evangelización incorpo- raba otros problemas de interés etnográfico, como ocurre con la decisión conciliar de fijar las pautas del establecimiento de los apellidos andinos, trasladando normas occidentales de parentesco y filiación. La segunda ac- ción del concilio establecía: "Para que se eviten los yerros que en reiterar baptismo y matrimonio indios no conocidos suelen acaecer, totalmente se les quite a los indios el usar de los nombres de su gentilidad e idolatría y a todos se les pongan nombres en el baptismo quales se acostumbran entre cristianos, y destos mismos los compelan a usar entre sí. Más, los sobre- nombres para que entre sí se diferencien: procúrese que los varones con- serven los de sus padres y las mujeres los de sus madres" 6 • Esta pauta debió ingresar paulatinamente en la confección de los libros de bautismo de- las parroquias andQ¡as. Relacionada con la preocupación por la traducción en lenguas andinas, nótase en la Doctrina la incorporación de términos hispánicos, más aprecia- ble en la no traducción al quechua o al aymara de aquellos vocablos di- rectamente relacionados con la divinidad, apreciándose en el Credo, por ejemplo, la ausencia de términos empleados por autores que figuraron en- tre los asesores del propio concilio (Cristóbal de Molina, por ejemplo) , tal ocurre con "hacedor del mundo", aplicado a Wiraqocha por Molina (además di=! otros cronistas andinos) o a Pachacama en cronistas posteriores. No ~e incluye Cámac, equivalente a principio generador. La introducción clara de términos como Dios, Espíritu santo, etc., indica que los autores de la Doctrina no los consideraron traducibles. Indudablemente se trata de una política que define la no traducción y consiguiente introducción de ciertos elementos conceptuales, distinguiéndose entonces nociones como Pachaca- 5 Medina 1904 i:: 17. 6 Bartra de ... 6 S. J.. Enrique. Tercer Concilio Lim.ense (1582;1583). versión e introducción Lima 1982: 65.

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