Boletín de la Biblioteca Nacional N° 91 92

:Fundamentósc la elaboración de la Doctrina Cristiana en las sesiones del III Concilio de Lima, en cuya segunda acción se decretaba, en concor~ danc:-ia con los anteriores' concilios limenses, la elaboración de un catecismo " ... para toda esta provincia, por donde sean enseñados todos los indios conforme a su capacidad. . . Manda, pues, el santo sínodo a todos los cu~ ras de indios, en virtud de santa obediencia y so pena de excomunión, que trngan y usen este catecismo que con su autoridad se publica ... ", prohi~ biéndose a la vez toda. interpretación distinta en quechua o aymara de es~ t.as materias. Desde los primeros momentos posteriores a la invasiém española, tan~ to la administración colonial como la Iglesia habíanse enfrentado a las di~ ficultades lingüísticas originadas en su absoluto desconocimiento de los idio~ mas hablados en los Andes. Debe considerarse el alcance de esta dificultad si se tiene en cuenta que las posibilidades reales de traducción en Caja~ marca, y aun en el Cuzco hispánico inicial debieron ser muy escasas, a pe~ sar de la presencia de las "lenguas" tristemente célebres a raíz de los su- cesos que rodearon la prisión y muerte del lnka Atahualpa en Cajamarca. Si los primeros cronistas (Xerez, Hernando Pizarro) podían dudar en lla~ mar "Inca" (' Ynga") al gobernante del Tawantinsuyu que conquistaban, y preferían expresiones como "el Cuzco viejo", "el señor" o "el cacique Ata- balipa", ello debe entenderse en los términos de una notoria inseguridad lin~ güística. Mucho costó a los cronistas inicirdes ponerse en condiciones de ofrecer una información relativamente veraz sobre los Andes, y años des~ pués de los sucesos de Cajamarca no eran muchos los autores que tenían una experiencia bilingüe; aun en los años 70 del siglo XVI la administración requería de intérpretes para la mayoría de sus actos. Sin embargo, podría presumirse que la evangelización estaba en me~ jores condiciones relativas para cumplir sus objetivos que la administración laica; es comprensible que así fuera dada la magnitud de la tarea que se había impuesto la Iglesia y la constante comunicación con la población que la misma exigía; ciertamente, fue en medios eclesiásticos donde se hizo el mayor esfuerzo paro el conocimiento de las lenguas andina~ y se ha des~ tacado el aporte inicial de los dominicos, cuyo mejor ejemplo está en la Gramática y el Léxicon que preparara fray Domingo de Santo Tomás, más < 1 e veinte años antes de la impresión de la Doctrina Cristiana. También, y auqque parezca contradictorio, los obispos se quejaban todavía, en los años iniciales del siglo XVII, de la insuficiencia del personal bilingüe dedicado a las tareas de la evangelización. Conscientes los participantes del III concilio limeño de la necesidad de difundir en lenguas andinas las bases de la evangelización, hicieron que d texto de la Doctrina fuera impreso en castellano, quechua y aymara. Previamente, en una carta dirigida al rey el 2 de mayo de 1583, la Au~ diencia de Lima manifestaba los insistentes pedidos del concilio para que la corona otorgase la necesaria licencia que hiciera posible imprimir tn Li~ ma el " ... Catecismo y Cartilla y Manual, qne va todo en lengua de m~ dios ( ... ) Hase hecho con muy maduro acuerdo de teólogos y vase sa~ 5

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