Playas de vidas: novelas cortas

Una proposición: para usted voy yo a sofiar una no- .vela de noche de verano. O esta otra, más modesta: ¿no le parece a usted mejor que, juntos, soñemos una novela de noche de verano? Su silencio me anticipa una interpretación afirma- tiva de que acepta; me indica que está usted dispuesto a calzar las aladas sandalias de la fantasía para acompañar- me en una nocturna excursión de sueños por las poéticas zonas de lo irreal. Esto, en principio, me halaga. Porque, aunque en '!-na excursión de esta índole no existe el menor peligro de un riesgo material, hay en cambio el peligro -¡terrible peligro!- de que usted se aburra, de que se desilusione. · Ahora bien; si usted es un hombre-hombre, es decir, esa cosa tan perfectamente seria, grave y ridícula que es ser "un hombre de acción", "un hombre de negocios", un hombre de los "sin gusto" o, simplemente, de los incapa- ces de engañarse con líricas mentiras, quédese usted en su casa o en la terraza de un café, discutiendo de "asun- tos trascendentales". Nuestra excursión .Poética de no- che veraniega le resultaría seguramente insoportable. Si por el contrario, es usted un hombre capaz de a- ñorar, alguna vez, las gratas reminiscencias infantiles, un hombre que, todavía en alguna ocasión, acierta a expli- carse -y a sentir- toda la emoción que entraña la inge-

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